Verónica y Cynthia Ultreras
Redacción: ExpRojo
Verónica y Cynthia Ultreras fueron estranguladas en el interior de su hogar la mañana del 2 de enero de 1993. El responsable manipuló la escena del crimen haciéndola parecer un incendio accidental.
[youtubeVideo id=”hZY0q7JhVL8″ width=”100%” height=”300″ responsive=”0″ /]
Video – Testimonio de Luis Navarro
Desde la muerte de su hija Verónica y de su nieta Cynthia, Luis Navarro vive un doloroso peregrinar. Su camino ha estado lleno de obstáculos y sacrificios en la búsqueda de información que lo lleve a conocer al responsable del brutal crimen.
Ante la tumba de su hija y su nieta, quienes tenían 22 años y sólo 3 años respectivamente, al momento de su muerte, Luis prometió que nunca faltarían flores que alegraran el sitio donde descansan. Y así, cada miércoles, puntualmente decora con los más bellos colores el sitio donde yacen madre e hija.
Ambas fueron halladas por los bomberos de Los Ángeles, California la mañana del 2 de enero de 1993 en el interior de su casa, en la ciudad de Highland Park. De acuerdo con el reporte de la policía, las víctimas fueron estranguladas en el interior de su hogar y el responsable manipuló la escena del crimen haciéndola parecer un incendio accidental.
El siniestro fue provocado al prender fuego al árbol de Navidad que estaba en la sala y donde días antes se festejaron las fiestas decembrinas. El cuerpo de la niña fue encontrado aún con vida dentro de la bañera, mientras que el de la madre yacía inconsciente en el piso de la sala con quemaduras de segundo y tercer grados. Ambas murieron más tarde en el hospital.
“No sólo prometí flores. Hice la promesa de encontrar al asesino de mi ‘tractorcito’ –como le decía a su pequeña nieta- y de Verónica. Y lo voy a cumplir aunque sea lo último que haga en la vida. Sólo quiero tenerlo ante mí y preguntarle por qué me arrebató a uno de mis tesoros”.
Un largo peregrinar en busca de justicia
A raíz del asesinato, la familia de Luis Navarro se desmembró. Su esposa y sus otros cuatro hijos se mudaron a otro estado y él se quedó completamente solo en esta odisea que lo ha llevado, entre otras cosas, a ponerse en huelga de hambre y a realizar una larga caminata con una cruz a cuestas por las calles del centro del Los Ángeles. Su propósito ha sido llamar la atención de los políticos y muy en especial del alcalde de la ciudad.
“Reclamo justicia. Exijo que a mi caso se le dé la misma prioridad que se les han dado a otros. La justicia no nos trata igual a los latinos que a otras razas; claro que hay racismo en las investigaciones y nosotros los latinos somos los últimos de la fila”, apunta Navarro con indignación.
Armado de valor y de coraje, Navarro ha hecho historia al conseguir en 2004 la aprobación de la recompensa más alta jamás otorgada por el Concejo de la ciudad de Los Ángeles por un asesinato: 100 mil dólares. Las recompensas locales alcanzaban entonces sólo los 25 mil dólares por información relacionada con casos de homicidio.
“Si la recompensa no se cobra, entonces se retira y debo de retomar mi lucha para que se renueve”. Ya suman 17 años consecutivos que se implementan recompensas de 25 mil y 100 mil dólares vinculadas al caso. “Pero esto no es nada fácil. Debo de pasar horas enfrentándome con la burocracia de las autoridades y a veces con el poco interés en investigar a fondo”, explica Navarro.
Sin embargo, cada una de ellas ha ido expirando, pues no han aparecido testigos que den alguna pista o información sobre el responsable del doble asesinato. El culpable del crimen podría enfrentar la pena de muerte por haber acabado con la vida de una menor de edad, de acuerdo a las leyes.
Y así, con cada nueva recompensa aprobada se entregan mil carteles listos para ser colocados ante los ojos de la gente. Luis Navarro recorre las calles del vecindario donde ocurrieron los asesinatos y no se le escapa ningún poste ni muro, aunque admite que en ocasiones se encuentra con “gente desalmada”, dice, que se niega a colocar uno de ellos en alguna vitrina.
Su tarea para colocar todos los carteles se lleva alrededor de dos semanas. Comenta que desde hace años, cuando comenzó a colocar los carteles, a los pocos días son arrancados. “Nunca duran más de una semana. Pareciera que alguien se encarga de retirarlos y así llevarse cualquier posibilidad o esperanza de que el público ayude con información”. Navarro incluso recorre el área donde su hija Verónica solía ir de compras y pregunta entre los residentes si acaso alguien vio o escuchó algo. Por su cuenta, este hombre de firme convicción y fortaleza busca alguna pista por mínima que sea.
Sin Pistas Ni Motivo Aparente
El de la hija y la nieta de Navarro es un caso abierto y muy complejo, según los detectives a cargo de la investigación, perteneciente a la sección de Conspiración Criminal del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD).
“Confiamos en que la tecnología nos ayude a revisar nuevamente las evidencias y nos lleve a la conclusión de este caso”, comentó a Expediente Rojo el detective Ray Morales. “Necesitamos información. Si alguien vio o escuchó algo es importante que lo compartan con nosotros”, puntualizó. Hace unos años los detectives solicitaron la ayuda de expertos del Buró Federal de Investigaciones (FBI) para determinar el perfil sicológico del posible asesino, pero como la investigación aún está abierta, la información es confidencial.
Sin embargo, se reveló que poco tiempo después del doble asesinato se encontró el bolso de Verónica que le había sido robado meses antes. En su interior se descubrió que las fotografías y la identificación de la mujer habían sido extraídas, mientras que el resto de sus pertenencias se encontraban intactas.
Esta información llamó especialmente la atención de los detectives, aunque no se dieron mayores detalles. Pero la prensa en su momento dio cuenta de que el asesino podría haber seguido a Verónica tras el robo, ya que se trataba de una mujer muy atractiva.
También se ha manejado la versión de que Verónica conocía al asesino, pues lo habría dejado pasar al interior de la casa cuando aparentemente ésta se preparaba a darle un baño a su pequeña hija, minutos después de que su esposo Rudy Ultreras se había ido al trabajo.
“Suposiciones muchas, pero nada concreto. Nadie ha sido detenido por el crimen. Pareciera que sólo a mí me importa descubrir quién es el asesino. Y aunque así fuera, ese es uno de mis motivos de vida. El otro es el resto de mis nietos, a quienes visito cada vez que puedo y que me dan fuerzas para seguir luchando”, dice Navarro.
Sus Promesas, Sus Recuerdos
Su visita puntal al cementerio lo ha llevado a festejar con flores los que habrían sido los primeros 15 años de su nieta Cynthia. Cada Navidad la decoración es diferente y cada cumpleaños también. “A veces me pongo a pensar qué voy a hacer cuando todo haya terminado, cuando haya visto de frente al asesino, cuando no tenga que luchar más”, reflexiona.
“Yo no sólo lloro de coraje, sino de impotencia. No de soledad, porque ellas están conmigo desde hace años y me dan las fuerzas para seguir adelante”, dice Navarro.
“Cuando me despedí de ellas, sin verlas en su féretro, decidí quedarme con sus imágenes del día anterior, con la sonrisa de mi nieta y la belleza de mi hija. Desde entonces el tiempo no cuenta para mí. He descuidado todo, mi persona, mi entorno. La promesa que les hice se ha convertido en la prioridad de mi vida”.
Si tiene alguna información que lleve a la identificación o al paradero del asesino o los asesinos de Verónica y Cynthia Ultreras favor de comunicarse a la Sección de Conspiración Criminal del LAPD al teléfono (213) 486-7260. También puede contactarse a Denuncie Sin Miedo a través de Expediente Rojo.