Violencia Doméstica

Violencia Doméstica

Redacción: ExpRojo

La violencia doméstica se define como un patrón de comportamiento abusivo en cualquier relación que es utilizada por uno de los miembros de la pareja para obtener o mantener el poder y el control sobre el otro dentro de la pareja. Puede ocurrirle a cualquier persona independientemente de la raza, edad, orientación sexual, religión o género.

La violencia doméstica puede ser física, sexual, emocional, económica o psicológica. Esto incluye cualquier comportamiento que pueda intimidar, manipular, humillar, aislar, aterrorizar, coaccionar, amenazar, culpar, lastimar o herir a alguien.

Abuso físico: se entiende con acciones como empujar, agarrar, morder, pellizcar y tirar del cabello. Pero el maltrato físico también consiste en negar a la pareja atención médica o forzarla a consumir alcohol y drogas, por ejemplo.

Abuso sexual: Obligar o forzar a la pareja a cualquier contacto sexual o comportamiento sexual sin su consentimiento. Abuso sexual puede incluir la violencia física, o cualquier acción sexualmente degradante.

Abuso emocional: Es el ataque a la autoestima de la pareja. Esto puede incluir, la crítica constante, la subestimación, así como insultos o dañar la relación con los hijos.

Abuso económico: Prohibir el acceso a dinero, así como asistir a la escuela o centro de trabajo.
Hacer o intentar hacer que un individuo dependa financieramente de su pareja con el fin de mantener un control total sobre los recursos financieros.

Abuso psicológico: Es la acción de causar temor a través de la intimidación; las amenazas de daño físico directo a la pareja, a los hijos a cualquier otro miembro de la familia. Asimismo, a la destrucción de los animales domésticos y los bienes; y obligando a la pareja al aislamiento de la familia, amigos, escuela o trabajo.

Un laberinto sin salida es como muchas mujeres víctimas de violencia doméstica recuerdan los días grises cuando la espiral del abuso parecía no terminar. Sus historias, aunque se sitúan en diferente tiempo y lugar, parecen tener los mismos rasgos de dolor.

Guadalupe sólo quería conocer el mar. Tenía 16 años, acababa de llegar de México a vivir a California y su sueño parecía hacerse realidad. Fue así como aceptó la invitación del que después se convertiría en su verdugo. “Pensé que sólo iríamos a la playa y nos regresaríamos; iban más amigos. Pero no, ya ahí él intentó abusar de mí. Yo me negué, pero él me violó”, relata sin poder detener las lágrimas.

Tras el abuso, Guadalupe decidió quedarse con él. Meses más tarde se dio cuenta de que estaba embarazada, pero eso no significó un escudo para evitar los golpes. El tiempo pasó. Por varios años se tuvo que “acostumbrar” a vivir así.

Pero no fué sino hasta que su hijo entró a la escuela que se dio cuenta por primera ocasión que no era vida vivir con miedo y moretones. Y aunque pudo detener los golpes no evitó el abuso verbal. “Tú no vales nada, nunca vas a lograr nada”, eso le decía el padre de su hijo. “Yo traía esa creencia de México, de que yo debía ser una ‘buena mujer’ y apoyarlo.

Traté de crear una familia, y por eso trabajaba y lo ayudaba”. A pesar de que Guadalupe contribuía económicamente para el mantenimiento de su hogar, su esposo la convenció de que no les alcanzaba el dinero, por lo que en una ocasión pidió ayuda del gobierno para salir adelante. Doce años duró el abuso. “Fue difícil porque en ese momento la violencia ya era ‘pacífica’ ”, recuerda. Y se cumplió uno de sus temores: el padre de sus hijos se desentendió de ellos.

“El 99% de las personas abusadas han pensado al menos una vez en matar a su pareja”, asegura Pastora Reina Cruz, consejera en temas de violencia doméstica.

Un nuevo comienzo …
Sin la plena seguridad de que podría salir adelante, Guadalupe decidió dar un mejor ejemplo a sus hijos. “Ellos le tienen resentimiento a su papá”. Por eso Guadalupe cuenta ahora su dolorosa realidad, pues no quiere que su historia se convierta en un espejo para sus niños. “A mi hija yo le digo que se olvide de todo, que se quiera mucho, que todo lo que le pase me lo diga para que yo la pueda ayudar, que nunca tenga miedo y que se fije metas”.

Han pasado ya algunos años desde que esta joven madre vive sin su pareja, y hoy tiene la satisfacción de haberse recuperado del maltrato. Reconoce que fue difícil dar el primer paso, pero que una vez fuera del círculo de la violencia un nuevo panorama apareció en su vida. “Aunque no me sobra ni me falta, me siento capaz de salir adelante”, dice. El miedo ya no la acompaña: “Es que a veces uno tiene miedo. Yo no denuncié porque aparte uno se preocupa por ellos; es decir, que no le hagan nada o que no se los lleven a la cárcel”.

A pesar de que su vida aquí ha estado llena de tropiezos, esta mujer originaria de Puebla, México ha aprendido que tiene más valor quien habla que quien se queda callado, se deja y no hace nada.

El futuro es incierto, pero tiene la seguridad de que saldrá adelante.

Otra historia…
La historia de Juana Toledo comenzó después de haberse casado por la iglesia. Estuvo casada durante 18 años con el hombre que consideró como pareja para toda la vida. “Mi vida fue muy dura con él, no fue un matrimonio convencional, siempre hubo problemas, hubo golpes. A él le gustaba tomar y le importaban más sus amigos”.

Lo más triste, relata, es que el padre de sus cinco hijos no estuvo con ellos en las fechas importantes de su niñez, no festejó sus cumpleaños, ni navidades.

“Yo aguanté muchos años pensando que Dios puede hacer el cambio. Oré mucho por ese matrimonio, pero no fue como yo pensaba, como yo quería. Pensaba que Dios podría hacer el cambio en él, hasta que descubrí que andaba con otra mujer”, cuenta Juana sin contener el llanto.

Aunque dice que ha sido una de las decisiones más difíciles en su vida, por primera vez en mucho tiempo Juana pensó en ella y en sus hijos y le pidió a su marido que escogiera con quién prefería vivir. Darse cuenta de su realidad fue doloroso, pues además su esposo prefirió marcharse.

A pesar de que hace tiempo ya no vive un ambiente de violencia en su casa y de que hoy ella y sus hijas pueden dormir tranquilas, pues no existe la incertidumbre sobre si su padre llegará borracho, su pasado todavía duele. “Tengo una hija que se fue con el novio. Ella no está bien, se fue con alguien que no tiene temor de Dios”. Lo peor es que Juana apenas está en el camino de la recuperación. “Todavía no he superado la situación, pero voy a salir, tengo que cambiar mi manera de pensar, necesito ver la vida de otra manera y ayudar a mis hijas”, afirma.

“No estás sola”…
Combatir la violencia doméstica no es fácil, pero el primer paso a la libertad comienza con la voluntad de salir adelante. De ahí que en toda la nación existan varios centros de ayuda para las mujeres, y si asistir a una sesión de grupo le intimida, de acuerdo con la pastora Reina Cruz –quién desde hace varios años da consejería a mujeres y hombres que han sufrido abuso–, puede acercarse a una iglesia, comentarlo con una amiga o incluso con un familiar que tenga una visión más clara de la situación, y que sea su apoyo en los momentos de debilidad.

La realidad es que la violencia doméstica es una enfermedad de la sociedad que afecta a mujeres y también a hombres de diferentes condiciones sociales.

Juana ha encontrado la ayuda en un grupo pequeño que se reúne semanalmente en una iglesia. Ahí ha tenido oportunidad de escuchar los relatos de otras mujeres que, como ella, pensaban que era imposible salir del túnel en el que se encontraba su vida. “Me siento en paz, aunque un poco triste por él, por haber vivido tantos años juntos. Pero me siento bien, ya no me preocupo, porque antes pensaba ‘dónde está’, ‘a qué hora llega’, ‘cómo irá a venir’ ”.

Hoy, esta valiente mujer tiene la oportunidad de comenzar una nueva vida, libre de maltratos; trabaja cuidando ancianos: “Esa es una forma de aprender de la sabiduría que nos da la edad”, comenta, y de sentir que es útil.

Bajo una ley promulgada en 1994, se puso en marcha la Visa “U” como una opción para que inmigrantes víctimas de violencia doméstica puedan obtener su residencia permanente en EEUU.
Las estadísticas de abuso doméstico han crecido tanto que el gobierno autorizó 10 mil Visas “U” por año. Hasta el momento miles de  mujeres han regularizado su calidad migratoria, la mayoría de ellas son de origen latinoamericano. La víctima tiene que estar dispuesta a ayudar a las autoridades en a investigación y procesamiento de los delitos de los que fue víctima. No requiere estar casada con el agresor y este no tiene que ser ciudadano o residente permanente de Estados Unidos. Los expertos coinciden en que un 90% de la personas que sido maltratadas han pesado al menos una vez en matar a su pareja.

 

SEÑALES DE ATENCIÓN

● Controlar y ejercer poder sobre su pareja en el contexto de una relación sentimental.
● Diferentes tipos de abuso: físico, emocional, sexual o financiero.
● En la mayoría de los casos, los maltratadores son varones y las víctimas, mujeres.
● Cualquier mujer, en cualquier tipo de hogar, puede verse afectada por la violencia doméstica.

SEÑALES DE QUE ALGUIEN PUEDE SER VÍCTIMA DE VIOLENCIA DOMÉSTICA

● Cuando tiene miedo de su pareja.
● Se tiene que cuidar debido a los cambios de humor de su pareja.
● Centrarse demasiado en las necesidades de su pareja.
● Su pareja pierde los nervios fácilmente y por temas de poca importancia.
● Golpes por parte de su pareja y/o a sus hijos.
● Su pareja ha sido maltratadora en una relación anterior.
● Dificultad o nula posibilidad de ver o hablar con familiares y amigos a solas.
● Insultos y amenazas a usted y/o a sus hijos.
● Celos y desconfianza por parte de su pareja.
● Constantes cuestionamientos sobre su aspecto, su vestimenta y sus habilidades como mujer.
● Acoso por saber constantemente dónde estuvo y con quién.
● Poco o nulo acceso a cosas como el coche, las finanzas familiares, la comida, el teléfono o internet.
● Obligación a tener relaciones sexuales con su pareja o con otras personas.
● Participación en actividades sexuales que no desea.
● Amenazas constantes con deportación, aludiendo a su estatus migratorio.
● Acceso a contraseñas de su cuenta de correo electrónico y de sus páginas de redes sociales.

RECOMENDACIONES

Cuando ocurre un incidente o se hace una amenaza de violencia doméstica, las víctimas o testigos deben llamar de inmediato al 911 o a la policía local para recibir ayuda. Se debe preservar para la policía toda evidencia de la violencia o la amenaza.
La policía investigará los alegatos de abuso, obtendrá atención médica para la víctima, la ayudará a obtener una orden de protección de emergencia y le proveerá ayuda y a sus hijos para que puedan irse con sus pertenencias.

ENLACES DE INTERÉS Y RECURSOS

Fiscalía de Distrito, División de Violencia Familiar
213-257-2185
Línea Directa Nacional Contra Violencia Doméstica
1-800-799-7233
Línea Directa del Condado de Los Angeles Contra Violencia Doméstica
1-800-978-3600
http://dvcouncil.lacounty.gov

http://www.thehotline.org/en-la-linea-nacional-sobre-la-violencia-domestica/

National Domestic Violence Hotline at
1-800-799-7233
1-800-799-7233
1-800-787-3224

The National Network to End Violence Against Immigrant Women
http://www.immigrantjustice.org/nijcintroesp.html

National Coalition Against Domestic Violence (NCADV)
http://www.ncadv.org/

The National Network to End Domestic Violence (NNEDV)
http://www.nnedv.org/

The Battered Women’s Justice Project
http://www.bwjp.org/

Family Violence Prevention Fund
http://endabuse.org/programs/children

The Rape, Abuse & Incest National Network
http://www.rainn.org/

www.samhsa.gov/preventionpathways

WomensLaw.org.
http://womenslaw.org./index.php?lang=es

http://www.domesticviolence.org/

http://www.thehotline.org/en-la-linea-nacional-sobre-la-violencia-domestica/

http://feminist.org/911/crisis.html

http://www.immigrantwomennetwork.org/

http://www.casademaryland.org/

Los Angeles County Domestic Violence Council
http://da.co.la.ca.us/domv.htm

Iris Cantor-UCLA Women’s Health Education and Resource Center
http://womenshealth.med.ucla.edu/community/alliancerape.htm

The Los Angeles Urban League
http://www.laul.org/